domingo, 6 de octubre de 2013

“HACER DE VOLUNTARIO” O “SER VOLUNTARIO”

Extracto de una conferencia dada por Tina Parayre

Lo habitual suele ser empezar haciendo de voluntario y evolucionar hacia el ser voluntario, pero no siempre ocurre.  
La evolución madura de un voluntario es serlo dónde haga falta. No elegir dónde quiero ir sino estar disponible a ayudar donde haga falta. Somos nosotros los que nos hemos de adaptar al lugar y a las necesidades de cada persona que atendemos.
Es importante “Hacer el bien,  BIEN HECHO”. Siempre nos hemos de plantear si ha sido bueno para el otro.
Necesitamos formarnos para ver que necesidades tienen las personas que atendemos.
Ser voluntario es algo que nos ha de definir. Se ha de tener un corazón muy grande, pero no meterse en cosas que no me tocan.
Es pensar y vivir de otro modo. No puedo salir de un voluntariado con inmigrantes y pensar que se han de ir a su país. Hemos de conocer el sufrimiento y responder con conocimiento de causa.
Es darle sentido a todo lo que hacemos, por ejemplo si jugamos al futbolín, no pensar que solo he jugado al futbolín sino qué ha supuesto para él esto.
Es creer en nosotros mismos y en los demás y en que es posible modificar la realidad injusta.
Es adaptarse y responder a las necesidades concretas según que la realidad socioeconómica.
Con el voluntariado crecemos cada día. 

DECÁLOGO DEL BUEN VOLUNTARIO:
1. RECEPTIVIDAD
Buscamos la práctica de la receptividad, entendida como el ejercicio de dejarse llenar por el otro. Más que el activismo, nuestro voluntariado está llamado a dejar que el otro ocupe su lugar, tenga su tiempo, tome la palabra, como palabra o a veces silencio que transmite un mensaje único e irrepetible. Por ello la capacidad de escucha y de saber estar será una práctica intrínseca al ejercicio de la hospitalidad
2. OBSERVACIÓN
Quien está pendiente del otro anticipa necesidades. La acción voluntaria ha de ser un observatorio  permanente de la realidad para detectar en ella nuevas necesidades sociales, nuevas pobrezas, nuevos lugares de marginación, nueva posibilidades de intervención y de presencia, así como anticipar nuevas formas de organizar al propio voluntariado en la vida y estructuras de los Centros.
3. SUPERACIÓN
La hospitalidad no discrimina ni hace favoritismo. Por ello, el voluntariado hospitalario ha de representar la superación de todo tipo de perjuicio y estereotipo cultural, social, religioso o político. En el seno de una sociedad excluyente y que alimenta la discriminación hacia determinados colectivos, la hospitalidad del voluntariado se torna en atención universal y personalizada, al tiempo.
4. HOSPITALIDAD
La hospitalidad es una expresión de amor gratuito. El desinterés, tan propio del voluntariado, ha de crecer y alimentarse en el voluntariado hospitalario. El huésped ocupa el lugar central en la acción voluntaria; una hospitalidad calculadora no es hospitalidad. Se acoge al otro porque sí, por el hecho de ser persona portadora de una eminente dignidad, por encima de cualquier otra circunstancia.
5. CENTRALIDAD
La única propuesta irrenunciable es la centralidad de la persona del enfermo/necesitado, así como el respeto a los profesionales y el resto de compañeros voluntarios. Esta centralidad hace de la hospitalidad el acto y la decisión a partir del cual realizamos una inclusión radical del huésped en nuestro circulo de intereses, protegiéndole y cuidándole de cara a las necesidades que se le presente.
6. RESPETO
El voluntariado valora y respeta las diferentes ideologías y creencias. El límite a dicho respeto se sitúa en el de los derechos humanos y en el de la defensa de su intimidad institucional. Tiene un talante abierto en donde ha de evitar tanto el proselitismo ideológico y religioso como la falta de respeto a quienes se manifiestan abiertos en su vida a la trascendencia.
7. SENSIBILIDAD
El valor de la hospitalidad nos lleva a cuidar una especial sensibilidad para detectar y atender a aquellas personas más vulnerables, más deterioradas, más incapaces. Son los últimos y los olvidados de nuestra cultura de la satisfacción los que ocupan un lugar preferente en nuestra acción voluntaria.
8. COMPROMISO
Somos conscientes que en nuestra misión aportamos tanto o más desde lo que somos que desde lo que hagamos. De ahí que adquiramos un serio compromiso en nuestro crecimiento humano, en nuestra madurez psicológica, en la calidad de nuestras relaciones y en la profundidad espiritual capaz de ejercer la hospitalidad en sus niveles más profundos.
9. SOLIDARIDAD
El campo de la enfermedad y el de la exclusión social es demasiado extenso y nos excede. El voluntariado trabaja y se coordina con otros voluntariados y organizaciones solidarias que existen en cada uno de los territorios concretos, haciendo de las redes de solidaridad verdaderas plataformas de encuentro y trabajo en común, generando de esta manera una verdadera identidad solidaria de la que todos nos sentimos igualmente partícipes.
10. VALOR AÑADIDO
Somos llamados a aportar un “valor añadido” en la atención. A la prestación cualificada de los profesionales –a quienes no sustituimos—añadimos un campo de nuevas posibilidades mediante las que profundizamos en la asistencia integral en el desarrollo de aquellos aspectos más humanos y relacionales de la persona.
Hasta donde llegues en tu voluntariado, está en tus manos.
Ser voluntario transforma la vida, hacer de voluntario tan sólo la modifica.