domingo, 17 de febrero de 2013

LA VERDADERA CAUSA DE LA RENUNCIA DEL PAPA

Me ha llegado este escrito que me ha gustado:

Tengo 23 años y aún no entiendo muchas cosas. Y hay muchas cosas que no se pueden entender a las 8:00am cuando te hablan para decirte escuetamente: “Daniel, el papa dimitió.” Yo apresuradamente contesté: “¿Dimitió?”. La respuesta era más que obvia, “Osea renunció, ¡Daniel, el papa renunció!”
El Papa renunció.

Así amanecerán un sin fin de periódicos mañana, así amaneció el día para la mayoría, así de rápido perdieron la Fe unos cuantos y otros muchos la reforzaron. Y que renunciara, es de esas cosas, que no se entienden.

Yo soy católico. Uno de tantos. De esos que durante su infancia fue llevado a misa, luego creció y le agarró apatía. En algún punto me llevé de la calle todas mis creencias y a la Iglesia de paso, pero la Iglesia no está para ser llevada ni por mí, ni por nadie (ni por el Papa). En algún punto de mi vida, le volví a agarrar cariño a mi parte espiritual (muy de la mano con lo que conlleva enamorarse de la chavita que va a misa, y dos extraordinarios guías llamados padres), y así de banal, y así de sencillo, recontinué un camino en el que hoy digo: Yo soy católico. Uno de muchos, sí, pero católico al fin. Pero así sea un doctor en teología, o un analfabeto de las escrituras (de esos que hay millones), lo que todo mundo sabe es que el Papa es el Papa. Odiado, amado, objeto de burlas y oraciones, el Papa es el Papa, y el Papa se muere siendo Papa. Por eso hoy cuando amanecí con la noticia, yo, al igual que millones de seres humanos..nos preguntamos ¿Por qué?. ¿Por qué renuncia señor Ratzinger?. ¿Le entró el miedo?. ¿Se lo comió la edad?. ¿Perdió la fe?. ¿La ganó?. Y hoy, después de 12 horas, creo que encontré la respuesta:El señor Ratzinger, ha renunciado toda su vida.

Así de sencillo.

 El Papa renunció a una vida normal. Renunció a tener una esposa. Renunció a tener hijos. Renunció a ganar un sueldo. Renunció a la mediocridad. Renunció a las horas de sueño, por las horas de estudio. Renunció a ser un cura más, pero también renunció a ser un cura especial. Renunció a llenar su cabeza de Mozart, para llenarla de teología. Renunció a llorar en los brazos de sus padres. Renunció a teniendo 85 años, estar jubilado, disfrutando a sus nietos en la comodidad de su hogar y el calor de una fogata. Renunció a disfrutar su país. Renunció a tomarse días libres. Renunció a su vanidad. Renunció a defenderse contra los que lo atacaban. Vaya, me queda claro, que el Papa fue un tipo apegado a la renuncia.

 Y hoy, me lo vuelve a demostrar. Un Papa que renuncia a su pontificado cuando sabe que la Iglesia no está en sus manos, sino en la de algo o alguien mayor, me parece un Papa sabio. Nadie es más grande que la Iglesia. Ni el Papa, ni sus sacerdotes, ni sus laicos, ni los casos de pederastia, ni los casos de misericordia. Nadie es más que ella. Pero ser Papa a estas alturas del mundo, es un acto de heroísmo (de esos que se hacen a diario en mi país y nadie nota). Recuerdo sin duda, las historias del primer Papa. Un tal Pedro. ¿Cómo murió? Si, en una cruz, crucificado  igual que a su maestro, pero de cabeza.

Hoy en día, Ratzinger se despide igual. Crucificado por los medios de comunicación, crucificado por la opinión pública y crucificado por sus mismos hermanos católicos. Crucificado a la sombra de alguien más carismático. Crucificado en la humildad, esa que duele tanto entender. Es un mártir contemporáneo, de esos a los que se les pueden inventar historias, a esos de los que se les puede calumniar, a esos de los que se les  puede acusar, y no responde. Y cuando responde, lo único que hace es pedir perdón. ‘Pido perdón por mis defectos’. Ni más, ni menos. Qué pantalones, qué clase de ser humano. Podría yo ser mormón, ateo, homosexual y abortista, pero ver a un tipo, del que se dicen tantas cosas, del que se burla tanta gente, y que responda así...ese tipo de personas, ya no se ven en nuestro mundo.

Vivo en un mundo donde es chistoso burlarse del Papa, pero pecado mortal burlarse de un homosexual (y además ser tachado de paso como mocho, intolerante, fascista, derechista y nazi). Vivo en un mundo donde la hipocresía alimenta las almas de todos nosotros. Donde podemos juzgar a un tipo de 85 años que quiere lo mejor para la Institución que representa, pero le damos con todo porque “¿con qué derecho renuncia?”. Claro, porque en el mundo NADIE renuncia a nada. A nadie le da flojera ir a la escuela. A nadie le da flojera ir a trabajar. Vivo en un mundo donde todos los señores de 85 años están activos y trabajando (sin ganar dinero) y ayudan a las masas. Si, claro.

Pues ahora sé Señor Ratzinger, que vivo en un mundo que lo va a extrañar. En un mundo que no leyó sus libros, ni sus encíclicas, pero que en 50 años recordará cómo, con un simple gesto de humildad, un hombre fue Papa, y cuando vio que había algo mejor en el horizonte, decidió apartarse por amor a su Iglesia. Va a morir tranquilo señor Ratzinger. Sin homenajes pomposos, sin un cuerpo exhibido en San Pedro, sin miles llorándole aguardando a que la luz de su cuarto sea apagada. Va a morir, como vivió aún siendo Papa: humilde.

Benedicto XVI, muchas gracias por renunciar.

martes, 5 de febrero de 2013

LEYENDA AFRICANA

Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.
Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición. En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.
La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás.
Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido.
No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado.
Tolba Phanem - mujer, poeta africana.
Acompañado de una bella canción africana de Ismael Lô - ‘Tajabone ‘
http://www.youtube.com/watch?v=YUWyUE6kqoU